EL CASO DE LOS CAPUCHINOS EN AREMASAIN
- Armando Pérez Araújo
- 8 mar 2024
- 2 Min. de lectura
Los padres o hermanos capuchinos son una orden religiosa dentro de la Iglesia Católica, reconocidos por su dedicación continua a la vida espiritual y por sus características relativas al uso permanente de hábitos marrones sencillos, gorgueras blancas y una capucha con tres puntas. Por alguna razón fueron fundados por el muy popular y aceptado San Francisco de Asís. Sus miembros se conocen como frailes capuchinos o hermanos menores. La historia de ellos en La Guajira, respecto al internado de Aremasain, dice que hace algo más de setenta años, la fecha exacta es indeterminada, llegaron a este sitio religiosos a caballo, comandados por Monseñor Vicente Roys Villalba, en búsqueda de un buen pedazo de tierra fértil para la siembra y que fuese seguro para la cría.
Venían huyéndole a los estragos de una inundación en Pancho y, se cree, que también con miedo a los impactos de una guerra entre familias de la orilla del Calancala, lugar contiguo al Orfanato de San Antonio, regentado por ellos, desde que llegaron a la zona estos ilustres señores de origen español. Los relatos familiares y otros testimonios y lecturas indican, sin ninguna duda, que quienes sirvieron de intérpretes para esas conversaciones iniciales, alrededor de Aremasain, fueron, entre otros, dos destacadas personalidades de la etnia wayuu, Manolo Pinedo y Víctor Curvelo, entre habitantes wayuu y quienes anhelaban con urgencia trastearse para un sitio fresco, tranquilo, feraz, por supuesto, que ojalá estuviese cercano a las influencias positivas del río Ranchería, que era el mismo Calancala.
El interlocutor obvio, por parte de la comunidad wayuu, era el señor Capural Epieyu, cabeza de su familia clanil de la época, y principal ascendiente étnico de quienes hoy reclaman de los religiosos franciscanos la recuperación de 97 hectáreas de tierra, muy bien ubicadas, cercanas al río y a la carretera internacional, que aquellos dicen que la congregación religiosa le sacó papeles chimbos y cercó con alambre púa, con la intención de apropiarse indebidamente. El meollo del pleito consiste en que los representantes de la curia alegan que ellos accedieron legalmente a tierras consideradas baldías, y los herederos de Capural Epieyu sostienen todo lo contrario, diciendo que no, es decir, que los representantes de la congregación religiosa simplemente les sacaron papeles ilegales a las tierras y, se limitaron a invertir en alambre de púa.
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